Hace bastantes años, más de los que puedo recordar,
mis padres me ofrecieron ver una película que habían anunciado por la tele. La película se llamaba
"La Princesa Mononoke" y yo, que por aquel entonces rechazaba cualquier cosa que fuera rosa, empalagosa o que contuviera la palabra
princesa,
decidí demorar todo lo que pude su visión. ¿O es que mis padres no me conocían en absoluto?
Entonces llegó el momento que tanto había temido, y nos sentamos en el sofá para verla. Cuál fue mi sorpresa al descubrir que
la película que yo había confundido con una historia clásica de Disney con princesas encerradas en torres y príncipes al rescate
era en realidad un relato de maldiciones, codicia y venganza,
del equilibrio entre la naturaleza y el hombre, entre la Ciudad del Hierro y la bosque,
de todo el mal que hacen los humanos visto desde la perspectiva de aquellos que viven por y para la naturaleza.
No puedo expresar con tan solo palabras
lo hondo que caló esa película en mí, cuánto influyó en mi personalidad. Cambié de querer ser entrenadora pokémon a jugar a ser la hija del clan de los lobos. Y, por supuesto,
decidí que vería las demás películas del director (
Mi Vecino Totoro, El Viaje de Chihiro, El Castillo en el Cielo, El Castillo Ambulante, Nausicaä de Valle del Viento...), del cual se decía que solía mandar un mensaje con todas sus películas.
Instantáneamente,
se convirtió en mi director predilecto. Y supongo que una parte de mí creyó que eso duraría para siempre.
Hace dos días,
Studio Ghibli anunció durante el festival de Venecia, antes de que se proyectara el nuevo film de
Hayao Miyazaki,
"Kaze Tachinu", que aquella
sería la última película del director antes de su retirada.
Con mucho pesar, acogían los fans la noticia. Aunque creo que puedo hablar por la mayoría cuando digo que
se trata de un merecido descanso, y que
siempre tendremos en mente sus maravillosas películas.
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